viernes, 3 de julio de 2009

Una mujer de 78 años ha encontrado una granada de la Segunda Guerra Mundial

Una mujer de 78 años ha encontrado una granada de la Segunda Guerra Mundial en una bolsa de patatas que había comprado en un mercado de su barrio, en la sureña ciudad de Nápoles, informó este miércoles la policía después de que diera parte de lo ocurrido.

La italiana se disponía a pelar las patatas, cuando en un acto reflejo y sin mirar echó mano a una de la bolsa. Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que tenía entre sus manos un artefacto del tamaño de un limón. Al mirarlo fijamente vio que se trataba de una granada, a la que le faltaba la espoleta.

La mujer la llevó a la policía, que comprobó que se trata de las que utilizaban las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, informaron los medios locales.

jueves, 2 de julio de 2009

¿POR QUÉ EL CIELO ES AZUL?

Todas las coloraciones y formas que el cielo nos ofrece, tienen una propiedad común: que no pueden imitarse con los medios humanos. Siempre que se intenta reproducirlas sobre un lienzo, un papel, madera o metal, se fracasa irremediablemente. Son obra de un maestro que dispone de medios verdaderamente "celestiales". Su pincel es la luz solar, y su lienzo es el voluble éter con sus nubes y el finísimo tejido del velo del polvo atmosférico: ningún artista dispone de ellos.

THEO LÖBSACK ( El Aliento de la Tierra)

El mar de aire que nos rodea, constituye un inagotable manantial de gozo para nuestros ojos. El azul de una clara mañana de primavera, el rojo anaranjado de un crepúsculo en una llanura, han hecho a los hombres deleitarse, poetizar e investigar una y otra vez. No importa en qué parte de la Tierra vivamos, tenemos todos un mismo cielo en común. En lo alto, el cielo se nos presenta tan pronto azul ultramar como rosado, ahora blanquecino o de un delicado azul celeste, engalanado con nubes en forma de copos, deshechas en desgarrados jirones o potentemente hinchadas. La variabilidad de esta imagen es tan grande que nunca se reproduce exactamente. Y los colores salen de una paleta tan rica, que nuestros pintores dirigen, una y otra vez, su mirada al cielo, para inspirarse en el colorido de una puesta de sol o del arco iris.

La belleza del cielo no es más que el resultado de la interacción de la LUZ del Sol con la atmósfera. Una cantidad de humedad, relativamente pequeña, acompañada de partículas de polvo y de ceniza es suficiente para provocar en el cielo las múltiples manifestaciones de color.

Cuando se dan condiciones atmosféricas especiales, pueden aparecer fenómenos atmosféricos cromáticos como son el Arco Iris, los Círculos de Ulloa, las Coronas solares y lunares, los Halos, Falsos Soles y Falsas Lunas y otros más "raros" (Espejismos, el Rayo Verde, la Luz Sagrada, Auroras Polares, Fuegos de San Telmo...), que son fenómenos ópticos completamente explicables. Aquí nos ocuparemos sólo del fenómeno óptico más común que es el color del cielo, en sus variadas posibles manifestaciones.

El secreto del color azul del cielo esta relacionado con la composición de la luz solar -integrada por los distintos colores del arco iris- y con la humedad de la atmósfera. (El Sol es quien se encarga de procurar al aire su humedad. Con su calor, hace que parte del agua de la superficie terrestre se evapore. En corriente invisible pero incesante, la humedad se dirige hacia el cielo desde los océanos, mares, lagos y ríos; desde el suelo, las plantas y los cuerpos de los animales y del hombre).

Para explicar el color azul del cielo, imaginemos que dejamos pasar un rayo de sol por un prisma de vidrio. La luz se abre en un abanico de colores (se dispersa) por refracción y como resultado de esta dispersión vemos una gama de colores: violeta, azul, verde, amarillo y rojo. El rayo violeta es el que se ha separado mas de la dirección del rayo blanco y ahí esta precisamente la explicación del color del cielo. La desviación es máxima para los rayos de longitud de onda corta (violeta y azul), y mínima para los de longitud de onda larga (amarillos y rojos), que casi no son desviados. Los rayos violetas y azules, una vez desviados, chocan con otras partículas de aire y nuevamente varían su trayectoria, y así sucesivamente: realizan, pues, una danza en zigzag en el seno del aire antes de alcanzar el suelo terrestre. Cuando, al fin, llegan a nuestros ojos, no parecen venir directamente del Sol, sino que nos llegan de todas las regiones del cielo, como en forma de fina lluvia. De ahí que el cielo nos parezca azul, mientras el Sol aparece de color amarillo, pues los rayos amarillos y rojos son poco desviados y van casi directamente en línea recta desde el Sol hasta nuestros ojos.

Si profundizamos un poco más, la explicación es más compleja. La luz es una onda electromagnética y las piezas fundamentales de la materia en su estado más frecuente en la Tierra, son los átomos. Si las partículas existentes en la atmósfera, tienen un tamaño igual o inferior al de la longitud de onda de la luz incidente (átomos aislados o pequeñas moléculas), la onda cede parte de su energía a la corteza atómica que comienza a oscilar, de manera que un primer efecto de la interacción de la luz con las partículas pequeñas del aire es que la radiación incidente se debilita al ceder parte de su energía, lo que le sucede a la luz del Sol cuando atraviesa la atmósfera. Evidentemente esta energía no se queda almacenada en el aire, pues cualquier átomo o partícula pequeña cuya corteza se agita, acaba radiando toda su energía en forma de onda electromagnética al entorno en cualquier dirección. El proceso completo de cesión y remisión de energía por partículas de tamaño atómico se denomina difusión de RAYLEIGH (en honor del físico inglés Lord Rayleigh que fue el primero en darle explicación) siendo la intensidad de la luz difundida inversamente proporcional a la cuarta potencia de la longitud de onda. La difusión será mayor por tanto, para las ondas más cortas: Como consecuencia de ello, llegamos a la misma conclusión, la luz violeta es la más difundida y la menos, la roja. El resultado neto es que parte de la luz que nos llega desde el Sol en línea recta, al alcanzar la atmósfera se difunde en todas direcciones y llena todo el cielo.

El color del cielo, debería ser violeta por ser ésta la longitud de onda más corta, pero no lo es, por dos razones fundamentalmente: porque la luz solar contiene más luz azul que violeta y porque el ojo humano (que en definitiva es el que capta las imágenes -aunque el cerebro las interprete-), es más sensible a la luz azul que a la violeta.

El color azul del cielo se debe por tanto a la mayor difusión de las ondas cortas. El color del sol es amarillo-rojizo y no blanco, porque si a la luz blanca procedente del Sol -que es suma de todos los colores- se le quita el color azul, se obtiene una luz de color amarillo-roja.

La difusión producida por los gases es muy débil, sin embargo, cuando el espesor de gas es muy grande, como sucede en la atmósfera, fácilmente se puede observar la luz difundida.

El hecho de que la difusión sea mayor para las ondas más cortas, es la base de la utilización de los faros antiniebla.

Independientemente de todas las posibilidades que se puedan presentar, puede afirmarse que, cuanto mayor sea el numero de partículas que enturbian el aire, tanto peores serán las condiciones de visibilidad a través de dicho aire.

Si la niebla es "seca", debido a la presencia de humo, polvo o gotitas de agua muy pequeñas, la luz amarilla - que parte de los faros antiniebla- apenas pierde intensidad a causa de la interposición de esta niebla, de manera que resulta visible a través de ella. Si la niebla es "húmeda", los mejores faros contra ella fracasan casi del todo, ya que la niebla húmeda esta formada por gotas grandes que dispersan, casi por igual, todos los colores de la luz blanca. El mismo Sol, visto a través de esta niebla de gotas grandes, aparece desdibujado y de color blanco lechoso, mientras que observado cuando la niebla se debe a polvo fino tiene el aspecto de disco rojo, como ocurre a menudo al ponerse el astro.

Si la luz interactúa con una partícula grande, no funciona el mecanismo de Rayleigh, ocurre un proceso mucho más sencillo: la partícula simplemente absorbe parte de la luz y la otra parte la refleja. Cada partícula se comporta como un espejo pequeñito que reflejará más o menos luz según su composición química y que alterará el color de la luz reflejada si la partícula está formada por sustancias coloreadas. Si la luz se encuentra con una distribución de partículas grandes, parte de la luz se esparce y, además, puede cambiar de color. Este proceso se conoce como difusión de Mie, y el ejemplo más sencillo lo tenemos en las nubes, donde las gotas de agua incoloras, esparcen la luz en todas las direcciones pero sin alterar su color. ( El cielo del planeta Marte es otro ejemplo de difusión de Mie, provocado por partículas coloreadas de tamaño grande, por eso no es azul, porque el tamaño de las partículas no permite la difusión de Rayleigh).

Cuando la difusión de Mie actúa de forma masiva, si las partículas difusoras no son coloreadas, el resultado es la atenuación de la luz blanca hacia grises cada vez más oscuros. Esta es la causa de que en los días muy nublados, cuando las nubes son muy gruesas, el cielo aparezca mas o menos gris, y a veces casi negro.

Las salidas y puestas de sol nos brindan a diario hermosos espectáculos, los mas bellos que el aire puede ofrecer a nuestros ojos.

Si el horizonte es amplio, (como sucede en la ciudad de Badajoz), los efectos se multiplican y el espectáculo es todo un poema.

Al atardecer, el camino que la luz solar recorre dentro de la atmósfera es mas largo, los rebotes sucesivos en unas partículas y otras hacen crecer la probabilidad de que la luz acabe chocando con una partícula absorbente y desaparezca, de manera que incluso la parte amarilla es afectada y difundida y solo los rayos rojos, los más direccionales, siguen un camino casi rectilíneo. De ahí el color rojo del sol poniente.

Los colores que nos ofrece el cielo en estos casos, se originan también gracias a la intervención de las moléculas existentes en el aire y de las partículas que éste tiene en suspensión "el aerosol atmosférico", que dispersan y desdoblan la luz solar de múltiples modos.

Ya antes de que el Sol se hunda en el horizonte, vemos cómo el colorido del cielo se vuelve más intenso, mas saturado. Mientras la luz que aparece en los alrededores del disco solar vira hacia el amarillo-rojizo y en el horizonte resulta verde-amarillenta, el azul del cielo se vuelve más intenso en el cenit.

Cuando el Sol se halla a una distancia angular del horizonte de 1 ó 2°, la luz crepuscular derrama sobre el borde del cielo su mágica luminosidad. Poco a poco, el resplandor amarillo se transforma en una luz rojo-anaranjada, y, finalmente, en una luminosidad centelleante color fuego, que, algunas veces, llega a presentar el rojo color de la sangre. Cuando ya el astro diurno ha desaparecido bajo el horizonte, se observa en el oeste del cielo un resplandor purpúreo, que alcanza su máxima intensidad cuando el Sol ha descendido unos 5° por debajo del horizonte. Encima del lugar en donde se ha puesto el Sol, separado del horizonte por una estrecha franja rojo-parda, suele verse un semicírculo cuyo color varia entre el púrpura y el rosa. Esta coloración se debe en esencia a la refracción de la luz solar en las partículas que enturbian el aire situado entre los 10 y los 20 km. de altura, y desaparece cuando ya el Sol ha llegado a los 7 ° por debajo del horizonte.

Cuando existe una cantidad anormalmente elevada de aerosoles (polvo atmosférico), la luz del amanecer y del atardecer es especialmente roja. Sucede generalmente cuando existen presiones atmosféricas elevadas (anticiclón) ya que la concentración de partículas de polvo en el aire es mayor a altas presiones. Los colores rojos intensísimos que solemos contemplar aquí en Extremadura, por el mes de octubre y en algunas ocasiones esporádicas, pueden ser debidos al aumento de aerosoles por la quema de los barbechos de las cosechas.

Si la tierra no tuviera atmósfera, la luz solar alcanzaría nuestros ojos directamente desde el disco solar y no recibiríamos luz difundida y el cielo aparecería tan negro como por la noche (los astronautas pueden observar durante el día las estrellas, la luna y los planetas debido a que están fuera de la atmósfera).

En casos excepcionales pueden aparecer coloraciones especiales debido a la contribución de los volcanes en actividad. Cuando se produjo la erupción del volcán Krakatoa (26 y 27 de agosto de 1883, -36000 muertos por la erupción-) se presenció en la Tierra un notable ejemplo de ello. La erupción lanzó a los aires un volumen de masas rocosas de la pequeña Isla de Krakatoa (situada en el Estrecho de la Sonda, entre Sumatra y Java) que se estima en unos 18 km3. Trozos de roca del tamaño de una cabeza humana salieron despedidos hacia lo alto con velocidades iniciales de 600 a 1000 m/s, y el estruendo de la explosión se dejó oír en Rodríguez (Isla de Madagascar) a 4774 kilómetros de distancia. El cielo permaneció oscuro durante varios días. Las partículas mas finas de ceniza volcánica expulsadas por el volcán se esparcieron hasta los 80 km de altura, fueron arrastradas por las corrientes atmosféricas elevadas y dieron la vuelta a la Tierra por dos veces. Se produjeron en el aire fantásticos fenómenos cromáticos que continuaban aun meses después del cataclismo; entre otros, se observaron asombrosas coloraciones durante las salidas y puestas de sol y se vieron soles de todos los colores, entre ellos rojo-cobre y verde. También se vieron soles de color azul, como pueden asimismo verse en raras ocasiones en Europa, cuando en el Canadá, por ejemplo, se produce un gran incendio forestal y los vientos del Oeste arrastran hasta nuestro Continente partículas de ceniza finísimas.

Debido a que al atardecer, el camino que la luz solar recorre dentro de la atmósfera es mas largo, como hemos indicado anteriormente, es por lo que el Sol se ve más achatado y ancho pues el efecto de refracción a través de la atmósfera es muy grande.

Por último, el color negro de la noche, es debido a que a la atmósfera que rodea al observador, apenas llega luz y por tanto no se puede dar suficiente difusión.

martes, 30 de junio de 2009

LOS ZAPATOS MÁS CAROS DEL MUNDO, DE BERLUTI.

La casa Berluti, fundada en 1895, ha tenido siempre corazón italiano y alma parisina. La tradición de esta casa continúa hoy de la mano de Olga Berluti, que con innovaciones de color y de forma, han creado un nuevo tipo calzado distintivo de su firma. Los zapatos de la imagen, no constituyen un par sino un conjunto formado por tres piezas, y su precio es de 1.830 dólares.

martes, 16 de junio de 2009

Albert Einstein

Biografía

Infancia

Albert Einstein nació en Ulm (Alemania), a unos cien kilómetros al este de Stuttgart, en el seno de una familia judía. Sus padres eran Hermann Einstein y Pauline Koch. Su padre trabajaba como vendedor aunque posteriormente ingresó en la empresa electroquímica Hermann. Desde un comienzo, Albert demostró cierta dificultad para expresarse, lo que parecía dar una falsa apariencia de algún retardo, que le provocaría algunos problemas. Albert cursó sus estudios primarios en una escuela católica; un periodo difícil que sobrellevaría gracias a las clases de violín que le daría su madre y a la introducción al álgebra que le descubriría su tío Jakov.

Fotografía de Albert Einstein en 1893, a la edad de catorce años.

Su tío incentivó sus inquietudes científicas en su adolescencia proporcionándole libros de ciencia. Según relata el propio Einstein en su autobiografía, de la lectura de estos libros de divulgación científica nacería un constante cuestionamiento de las afirmaciones de la religión; un libre pensamiento decidido que fue asociado a otras formas de rechazo hacia el Estado y la autoridad. Un escepticismo poco común en aquella época, a decir del propio Einstein. Su paso por el Gymnasium (instituto de bachillerato), sin embargo, no fue muy gratificante: la rigidez y la disciplina militar de los institutos de secundaria de la época de Bismarck le granjearon no pocas polémicas con los profesores: «tu sola presencia mina el respeto que me debe la clase», le dijo uno de ellos en una ocasión. Otro le dijo que «nunca llegaría a nada».

El colegio no lo motivaba, y aunque era excelente en matemáticas y física, no se interesaba por las demás asignaturas. A los 15 años, sin tutor ni guía, emprendió el estudio del cálculo infinitesimal. La idea, claramente infundada, de que era un mal estudiante proviene de los primeros biógrafos de Einstein, que confundieron el sistema de calificación de Suiza con el alemán (un seis en Suiza era la mejor calificación).

En 1894 la compañía Hermann sufría importantes dificultades económicas y los Einstein se mudaron de Múnich a Pavía en Italia cerca de Milán. Albert permaneció en Múnich para terminar sus cursos antes de reunirse con su familia en Pavía, pero la separación duró poco tiempo: antes de obtener su título de bachiller Albert decidió abandonar el Gymnasium.

Entonces, la familia Einstein intentó matricular a Albert en el Instituto Politécnico de Zúrich (Eidgenössische Technische Hochschule) pero, al no tener el título de bachiller, tuvo que presentarse a una prueba de acceso que suspendió a causa de una calificación deficiente en una asignatura de letras. Esto supuso que fuera rechazado inicialmente, pero el director del centro, impresionado por sus resultados en ciencias, le aconsejó que continuara sus estudios de bachiller y que obtuviera el título que le daría acceso directo al Politécnico. Su familia le envió a Aarau para terminar sus estudios secundarios y Einstein obtuvo el título de bachiller alemán en 1896, a la edad de 16 años. Ese mismo año renunció a su ciudadanía alemana e inició los trámites para convertirse en ciudadano suizo. Poco después el joven Einstein ingresó en el Instituto Politécnico de Zúrich, ingresando en la Escuela de orientación matemática y científica, y con la idea de estudiar física.

Durante sus años en la políticamente vibrante Zúrich, Einstein descubrió la obra de diversos filósofos: Marx, Engels, Hume, Kant, Ernst Mach y Spinoza. También tomó contacto con el movimiento socialista a través de Friedich Adler y con cierto pensamiento inconformista y revolucionario en el que mucho tuvo que ver su amigo Michele Besso. En 1898 conoció a Mileva Maric, una compañera de clase serbia, también amiga de Nikola Tesla, de talante feminista y radical, de la que se enamoró. En 1900 Albert y Mileva se graduaron en el Politécnico de Zürich y en 1901 consiguió la ciudadanía suiza. Durante este período Einstein discutía sus ideas científicas con un grupo de amigos cercanos, incluyendo a Mileva. Albert Einstein y Mileva tuvieron una hija en enero de 1902, llamada Liserl. El 6 de enero de 1903 la pareja se casó.

Juventud

Einstein se graduó en 1900 obteniendo el diploma de profesor de matemáticas y física, pero no pudo encontrar trabajo en la Universidad, y ejerció como tutor en Winterthur, Schaffhausen y en Berna. El padre de su compañero de clase Marcel Grossmann le ayudó a encontrar un empleo fijo en la Oficina Confederal de la Propiedad Intelectual de Berna, una oficina de patentes, donde trabajó de 1902 a 1909. Su personalidad le causó también problemas con el director de la Oficina, quien le enseñó a "expresarse correctamente".

En esta época Einstein se refería con amor a su mujer Mileva como «una persona que es mi igual y tan fuerte e independiente como yo». Abram Joffe, en su biografía de Einstein, argumenta que durante este periodo fue ayudado en sus investigaciones por Mileva. Esto se contradice con otros biógrafos como Ronald W. Clark, quien afirma que Einstein y Mileva llevaban una relación distante que brindaba a Einstein la soledad necesaria para concentrarse en su trabajo.

En mayo de 1904, Einstein y Mileva tuvieron un hijo de nombre Hans Albert Einstein. Ese mismo año consiguió un trabajo permanente en la Oficina de Patentes. Poco después finalizó su doctorado presentando una tesis titulada Una nueva determinación de las dimensiones moleculares, que es un trabajo de 17 páginas que surgió de una conversación con Michele Besso mientras se tomaban una taza de té; cuando Einstein iba a echarle azúcar al té, preguntó a Besso: «¿Crees que el cálculo de las dimensiones de las moléculas de azúcar podría ser una buena tesis de doctorado?».

En 1905 redactó varios trabajos fundamentales sobre la física de pequeña y gran escala. En el primero de ellos explicaba el movimiento browniano, en el segundo el efecto fotoeléctrico y los dos restantes desarrollaban la relatividad especial y la equivalencia masa-energía. El primero de ellos le valió el grado de doctor por la Universidad de Zurich en 1906, y su trabajo sobre el efecto fotoeléctrico le haría merecedor del Premio Nobel de Física en 1921 por sus trabajos sobre el movimiento browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico. Estos artículos fueron enviados a la revista Annalen der Physik y son conocidos generalmente como los artículos del Annus Mirabilis (año extraordinario).

Madurez
Albert Einstein en 1920.
Niels Bohr y Albert Einstein, en 1925.

En 1908 fue contratado en la Universidad de Berna, Suiza, como profesor y conferenciante (Privatdozent). Einstein y Mileva tuvieron un nuevo hijo, Eduard, nacido el 28 de julio de 1910. Poco después la familia se mudó a Praga, donde Einstein obtuvo la plaza de Professor de física teórica, el equivalente a Catedrático, en la Universidad Alemana de Praga. En esta época trabajó estrechamente con Marcel Grossmann y Otto Stern. También comenzó a llamar al tiempo matemático cuarta dimensión.

En 1913, justo antes de la Primera Guerra Mundial, fue elegido miembro de la Academia Prusiana de Ciencias. Einstein se estableció en Berlín, donde permaneció durante diecisiete años y el emperador Guillermo le invitó a dirigir la sección de Física del Instituto de Física Káiser Wilhelm.[6]

El 14 de febrero de 1919 se divorció de Mileva y algunos meses después, el 2 de junio de 1919 se casó con una prima suya, Elsa Loewenthal, cuyo apellido de soltera era Einstein: Loewenthal era el apellido de su primer marido, Max Loewenthal. Elsa era tres años mayor que Einstein y le había cuidado tras sufrir una crisis nerviosa combinada con problemas del sistema digestivo. Einstein y Elsa no tuvieron hijos. El destino de la hija de Albert y Mileva, Lieserl, nacida antes de que sus padres se casaran o encontraran trabajo, es desconocido. De sus dos hijos, el primero, Hans Albert, se mudó a California, donde llegó a ser profesor universitario aunque con poca interacción con su padre; el segundo, Eduard, sufría esquizofrenia y fue internado en una institución para tratamiento de las enfermedades mentales.

En los años 1920, en Berlín, la fama de Einstein despertaba acaloradas discusiones. En los diarios conservadores se podían leer editoriales que atacaban la teoría de Einstein. Se convocaban conferencias-espectáculo tratando de argumentar lo disparatado que era la teoría especial de la relatividad. Incluso se le atacaba, en forma velada, no abiertamente, en su condición de judío. En el resto del mundo, la Teoría de la relatividad era apasionadamente debatida en conferencias populares y textos.[7]

Ante el ascenso del nazismo (Adolf Hitler llega al poder en enero de 1933), Einstein abandona Alemania en diciembre de 1932, con destino a Estados Unidos, e imparte docencia en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, agregando a su nacionalidad suiza la estadounidense en 1940.

Para la camarilla nazi los judíos no son sólo un medio que desvía el resentimiento que el pueblo experimenta contra sus opresores; ven también en los judíos un elemento inadaptable que no puede ser llevado a aceptar un dogma sin crítica, y que en consecuencia amenaza su autoridad –por el tiempo que tal dogma exista– con motivo de su empeño en esclarecer a las masas.
La prueba de que este problema toca el fondo de la cuestión la proporciona la solemne ceremonia de la quema de libros, ofrecida como espectáculo por el régimen nazi poco tiempo después de adueñarse del poder.
Einstein. Nueva York. 1938.[8]

En Alemania, las expresiones de odio a los judíos alcanzaron niveles muy elevados. Varios físicos de ideología nazi, algunos tan notables como los premios Nobel de Física Johannes Stark y Philipp Lenard, intentaron desacreditar sus teorías.[9] Otros físicos que enseñaban la Teoría de la relatividad, como Werner Heisenberg, fueron vetados en sus intentos de acceder a puestos docentes.

Einstein, en 1939 decide ejercer su influencia participando en cuestiones políticas que afectan al mundo. Redacta la célebre carta a Roosevelt, para promover el Proyecto atómico e impedir que los «enemigos de la humanidad» lo hicieran antes: «puesto que dada la mentalidad de los nazis, habrían consumado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo.»

Durante sus últimos años, Einstein trabajó por integrar en una misma teoría las cuatro Fuerzas Fundamentales, tarea aún inconclusa. Einstein murió en Princeton, New Jersey, el 18 de abril de 1955.

Trayectoria científica

En 1901 apareció el primer trabajo científico de Einstein: trataba de la atracción capilar. Publico dos trabajos en 1902 y 1903, sobre los fundamentos estadísticos de la termodinámica, corroborando experimentalmente que la temperatura de un cuerpo se debía a la agitación de sus moléculas, una teoría aun discutida en esa época.[10]

Los artículos de 1905

En 1905 finalizó su doctorado presentando una tesis titulada Una nueva determinación de las dimensiones moleculares. Ese mismo año escribió cuatro artículos fundamentales sobre la física de pequeña y gran escala. En ellos explicaba el movimiento browniano, el efecto fotoeléctrico y desarrollaba la relatividad especial y la equivalencia masa-energía. El trabajo de Einstein sobre el efecto fotoeléctrico le proporcionaría el Premio Nobel de física en 1921. Estos artículos fueron enviados a la revista "Annalen der Physik" y son conocidos generalmente como los artículos del "Annus Mirabilis" (del Latín: Año extraordinario). La Unión internacional de física pura y aplicada junto con la UNESCO conmemoraron 2005 como el Año mundial de la física[11] celebrando el centenario de publicación de estos trabajos.

Movimiento browniano

Artículo principal: Movimiento browniano

El primero de sus artículos de 1905, titulado Sobre el movimiento requerido por la teoría cinética molecular del calor de pequeñas partículas suspendidas en un líquido estacionario, cubría sus estudios sobre el movimiento browniano.

El artículo explicaba el fenómeno haciendo uso de las estadísticas del movimiento térmico de los átomos individuales que forman un fluido. El movimiento browniano había desconcertado a la comunidad científica desde su descubrimiento unas décadas atrás. La explicación de Einstein proporcionaba una evidencia experimental incontestable sobre la existencia real de los átomos. El artículo también aportaba un fuerte impulso a la mecánica estadística y a la teoría cinética de los fluidos, dos campos que en aquella época permanecían controvertidos.

Antes de este trabajo los átomos se consideraban un concepto útil en física y química, pero la mayoría de los científicos no se ponían de acuerdo sobre su existencia real. El artículo de Einstein sobre el movimiento atómico entregaba a los experimentalistas un método sencillo para contar átomos mirando a través de un microscopio ordinario.

Wilhelm Ostwald, uno de los líderes de la escuela antiatómica, comunicó a Arnold Sommerfeld que había sido transformado en un creyente en los átomos por la explicación de Einstein del movimiento browniano.

Efecto fotoeléctrico

Artículo principal: Efecto fotoeléctrico

El segundo artículo se titulaba Un punto de vista heurístico sobre la producción y transformación de luz. En él Einstein proponía la idea de "quanto" de luz (ahora llamados fotones) y mostraba cómo se podía utilizar este concepto para explicar el efecto fotoeléctrico.

La teoría de los cuantos de luz fue un fuerte indicio de la dualidad onda-corpúsculo y de que los sistemas físicos pueden mostrar tanto propiedades ondulatorias como corpusculares. Este artículo constituyó uno de los pilares básicos de la mecánica cuántica. Una explicación completa del efecto fotoeléctrico solamente pudo ser elaborada cuando la teoría cuántica estuvo más avanzada. Por este trabajo, y por sus contribuciones a la física teórica, Einstein recibió el Premio Nobel de Física de 1921.

Relatividad especial

Una de las fotografías tomadas del eclipse de 1919 durante la expedición de Arthur Eddington, en el que se pudieron confirmar las predicciones de Einstein acerca de la curvatura de la luz en presencia de un campo gravitatorio.

El tercer artículo de Einstein de ese año se titulaba Zur Elektrodynamik bewegter Körper ("Sobre la electrodinámica de cuerpos en movimiento"). En este artículo Einstein introducía la teoría de la relatividad especial estudiando el movimiento de los cuerpos y el electromagnetismo en ausencia de la fuerza de interacción gravitatoria.

La relatividad especial resolvía los problemas abiertos por el experimento de Michelson y Morley en el que se había demostrado que las ondas electromagnéticas que forman la luz se movían en ausencia de un medio. La velocidad de la luz es, por lo tanto, constante y no relativa al movimiento. Ya en 1894 George Fitzgerald había estudiado esta cuestión demostrando que el experimento de Michelson y Morley podía ser explicado si los cuerpos se contraen en la dirección de su movimiento. De hecho, algunas de las ecuaciones fundamentales del artículo de Einstein habían sido introducidas anteriormente (1903) por Hendrik Lorentz, físico holandés, dando forma matemática a la conjetura de Fitzgerald.

Esta famosa publicación está cuestionada como trabajo original de Einstein, debido a que en ella omitió citar toda referencia a las ideas o conceptos desarrollados por estos autores así como los trabajos de Poincaré. En realidad Einstein desarrollaba su teoría de una manera totalmente diferente a estos autores deduciendo hechos experimentales a partir de principios fundamentales y no dando una explicación fenomenológica a observaciones desconcertantes. El mérito de Einstein estaba por lo tanto en explicar lo sucedido en el experimento de Michelson y Morley como consecuencia final de una teoría completa y elegante basada en principios fundamentales y no como una explicación ad-hoc o fenomenológica de un fenómeno observado.

Su razonamiento se basó en dos axiomas simples: En el primero reformuló el principio de simultaneidad, introducido por Galileo siglos antes, por el que las leyes de la física deben ser invariantes para todos los observadores que se mueven a velocidades constantes entre ellos, y el segundo, que la velocidad de la luz es constante para cualquier observador. Este segundo axioma, revolucionario, va más allá de las consecuencias previstas por Lorentz o Poincaré que simplemente relataban un mecanismo para explicar el acortamiento de uno de los brazos del experimento de Michelson y Morley. Este postulado implica que si un destello de luz se lanza al cruzarse dos observadores en movimiento relativo, ambos verán alejarse la luz produciendo un círculo perfecto con cada uno de ellos en el centro. Si a ambos lados de los observadores se pusiera un detector, ninguno de los observadores se pondría de acuerdo en qué detector se activó primero (se pierden los conceptos de tiempo absoluto y simultaneidad).

La teoría recibe el nombre de "teoría especial de la relatividad" o "teoría restringida de la relatividad" para distinguirla de la Teoría general de la relatividad, que fue introducida por Einstein en 1915 y en la que se consideran los efectos de la gravedad y la aceleración.

Equivalencia masa-energía

La famosa ecuación es mostrada en Taipei 101 durante el evento del año mundial de la física en 2005.

El cuarto artículo de aquel año se titulaba Ist die Trägheit eines Körpers von seinem Energieinhalt abhängig y mostraba una deducción de la ecuación de la relatividad que relaciona masa y energía. En este artículo se exponía que "la variación de masa de un objeto que emite una energía L, es:

\frac{L}{V^2}

donde V era la notación de la velocidad de la luz usada por Einstein en 1905.

Esta ecuación implica que la energía E de un cuerpo en reposo es igual a su masa m multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado:

 E = mc^2 \,

Muestra cómo una partícula con masa posee un tipo de energía, "energía en reposo", distinta de las clásicas energía cinética y energía potencial. La relación masa-energía se utiliza comúnmente para explicar cómo se produce la energía nuclear; midiendo la masa de núcleos atómicos y dividiendo por el número atómico se puede calcular la energía de enlace atrapada en los núcleos atómicos. Paralelamente, la cantidad de energía producida en la fisión de un núcleo atómico se calcula como la diferencia de masa entre el núcleo inicial y los productos de su desintegración, multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado.

Relatividad general

En noviembre de 1915 Einstein presentó una serie de conferencias en la Academia de Ciencias de Prusia en las que describió la teoría de la relatividad general. La última de estas charlas concluyó con la presentación de la ecuación que reemplaza a la ley de gravedad de Newton. En esta teoría todos los observadores son considerados equivalentes y no únicamente aquellos que se mueven con una velocidad uniforme. La gravedad no es ya una fuerza o acción a distancia, como era en la gravedad newtoniana, sino una consecuencia de la curvatura del espacio-tiempo. La teoría proporcionaba las bases para el estudio de la cosmología y permitía comprender las características esenciales del Universo, muchas de las cuales no serían descubiertas sino con posterioridad a la muerte de Einstein.

La relatividad general fue obtenida por Einstein a partir de razonamientos matemáticos, experimentos hipotéticos (Gedanken experiment) y rigurosa deducción matemática sin contar realmente con una base experimental. El principio fundamental de la teoría era el denominado principio de equivalencia. A pesar de la abstracción matemática de la teoría, las ecuaciones permitían deducir fenómenos comprobables. En 1919 Arthur Eddington fue capaz de medir, durante un eclipse, la desviación de la luz de una estrella al pasar cerca del Sol, una de las predicciones de la relatividad general. Cuando se hizo pública esta confirmación la fama de Einstein se incrementó enormemente y se consideró un paso revolucionario en la física. Desde entonces la teoría se ha verificado en todos y cada uno de los experimentos y verificaciones realizados hasta el momento.

A pesar de su popularidad, o quizás precisamente por ella, la teoría contó con importantes detractores entre la comunidad científica que no podían aceptar una física sin un Sistema de referencia absoluto.

Estadísticas de Bose-Einstein

Artículo principal: Estadística de Bose-Einstein

En 1924 Einstein recibió un artículo de un joven físico indio, Satyendra Nath Bose, describiendo a la luz como un gas de fotones y pidiendo la ayuda de Einstein para su publicación. Einstein se dio cuenta de que el mismo tipo de estadísticas podían aplicarse a grupos de átomos y publicó el artículo, conjuntamente con Bose, en alemán, la lengua más importante en física en la época. Las estadísticas de Bose-Einstein explican el comportamiento de los tipos básicos de partículas elementales denominadas bosones.

La Teoría de Campo Unificada

Einstein dedicó sus últimos años a la búsqueda de una de las más importantes teorías de la física, la llamada Teoría de Campo Unificada. Dicha búsqueda, después de su Teoría general de la relatividad, consistió en una serie de intentos tendentes a generalizar su teoría de la gravitación para lograr unificar y resumir las leyes fundamentales de la física, específicamente la gravitación y el electromagnetismo. En el año 1950, expuso su Teoría de campo unificada en un artículo titulado «Sobre la teoría generalizada de la gravitación» (On the Generalized Theory of Gravitation) en la famosa revista Scientific American.

Aunque Albert Einstein fue mundialmente célebre por sus trabajos en física teórica, paulitinamente fue aislándose en su investigación, y sus intentos no tuvieron éxito. Persiguiendo la unificación de las fuerzas fundamentales, Albert ignoró algunos importantes desarrollos en la física, siendo notablemente visible en el tema de las fuerzas nuclear fuerte y nuclear débil, las cuales no se entendieron bien sino después de quince años de la muerte de Einstein (cerca del año 1970) mediante numerosos experimentos en física de altas energías. Los intentos propuestos por la Teoría de cuerdas o la Teoría M, muestran que aún perdura su ímpetu de alcanzar demostrar la gran teoría de la unificación de las leyes de la física.

Actividad política

Los acontecimientos de la primera guerra mundial empujaron a Einstein a comprometerse políticamente, tomando partido. Siente desprecio por la violencia, la bravuconería, la agresión, la injusticia.[12] Fue uno de los miembros más conocidos del Partido Democrático Alemán, DDP.

Albert Einstein fue un pacifista convencido. En 1914, noventa y tres prominentes intelectuales alemanes firmaron el «Manifiesto para el Mundo Civilizado» para apoyar al Kaiser y desafiar a las «hordas de rusos aliados con mongoles y negros que pretenden atacar a la raza blanca», justificando la invasión alemana de Bélgica; pero Einstein se negó a firmarlo junto a sólo otros tres intelectuales, que pretendían impulsar un contra-manifiesto, exclamando posteriormente:[13]

Einstein y Oppenheimer.
Es increíble lo que Europa ha desatado con esta locura. (...)
En estos momentos uno se da cuenta de lo absurda que es la especie animal a la que pertenece.
Albert Einstein.

Con el auge del movimiento nacional-socialista en Alemania, Einstein dejó su país y se nacionalizó estadounidense. En plena Segunda Guerra Mundial apoyó una iniciativa de Robert Oppenheimer para comenzar el programa de desarrollo de armas nucleares conocido como Proyecto Manhattan.

En 1939 se produce su más importante participación en cuestiones mundiales. El informe Smyth, aunque con sutiles recortes y omisiones, narra la historia de cómo los físicos trataron, sin éxito, de interesar a la Marina y al Ejército en el Proyecto atómico. Pero la célebre carta de Einstein a Roosevelt fue la que consiguió romper la rigidez de la mentalidad militar. Sin embargo, Einstein, que siente desprecio por la violencia y las guerras, es considerado el «padre de la bomba atómica».[14]

En su discurso pronunciado en Nueva York, en diciembre de 1945, expuso:

Carta de Einstein a Roosevelt.
En la actualidad, los físicos que participaron en la construcción del arma más tremenda y peligrosa de todos los tiempos, se ven abrumados por un similar sentimiento de responsabilidad, por no hablar de culpa. (...)
Nosotros ayudamos a construir la nueva arma para impedir que los enemigos de la humanidad lo hicieran antes, puesto que dada la mentalidad de los nazis habrían consumado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo. (...)
Hay que desear que el espíritu que impulsó a Alfred Nobel cuando creó su gran institución, el espíritu de solidaridad y confianza, de generosidad y fraternidad entre los hombres, prevalezca en la mente de quienes dependen las decisiones que determinarán nuestro destino. De otra manera la civilización quedaría condenada.
Einstein: Hay que ganar la paz (1945).[15]
La causa socialista

En mayo de 1949, Monthly Review publicó (en Nueva York) un artículo suyo titulado ¿Por qué el socialismo?[16] en el que reflexiona sobre la historia, las conquistas y las consecuencias de la "anarquía económica de la sociedad capitalista", artículo que hoy sigue teniendo vigencia. Una parte muy citada del mismo habla del papel de los medios privados en relación a las posibilidades democráticas de los países:

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. (...)
El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. (...)
Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales.
Albert Einstein, Why Socialism?[17]
Einstein y Elsa con los líderes sionistas de la World Zionist Organization.
La causa sionista

Originario de una familia judía asimilada abogó por la causa sionista. Entre 1921 y 1932 pronunció diversos discursos, con el propósito de ayudar a recoger fondos para la colectividad judía y sostener la Universidad hebrea de Jerusalén, fundada en 1918, y como prueba de su creciente adhesión a la causa sionista. «Nosotros, esto es, judíos y árabes, debemos unirnos y llegar a una comprensión recíproca en cuanto a las necesidades de los dos pueblos, en lo que atañe a las directivas satisfactorias para una convivencia provechosa.»[18]

El Estado de Israel se creó en 1948. Cuando Chaim Weizmann, el primer presidente de Israel y viejo amigo de Einstein, murió en 1952, Abba Eban, embajador israelí en EE.UU., le ofreció la presidencia. Einstein rechazó el ofrecimiento diciendo: «Estoy profundamente conmovido por el ofrecimiento del Estado de Israel y a la vez tan entristecido que me es imposible aceptarlo.»

La causa pacifista

Einstein, pacifista convencido, impulsó el conocido Manifiesto Russell-Einstein, un llamamiento a los científicos para unirse en favor de la desaparición de las armas nucleares. Este documento sirvió de inspiración para la posterior fundación de las Conferencias Pugwash que en 1995 se hicieron acreedoras del Premio Nobel de la Paz.

Creencias religiosas

Einstein distingue tres estilos que suelen entremezclarse en la práctica de la religión. El primero está motivado por el miedo y la mala comprensión de la causalidad y, por tanto, tiende a inventar seres sobrenaturales. El segundo es social y moral, motivado por el deseo de apoyo y amor. Ambos tienen un concepto antropomórfico de Dios. El tercero –que Einstein considera el más maduro–, está motivado por un profundo sentido de asombro y misterio.[19]

Einstein creía en «un Dios que se revela en la armonía de todo lo que existe, no en un Dios que se interesa en el destino y las acciones del hombre». Deseaba conocer «cómo Dios había creado el mundo». En algún momento resumió sus creencias religiosas de la manera siguiente: «Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los más pequeños detalles que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente».

La más bella y profunda emoción que nos es dado sentir es la sensación de lo místico. Ella es la que genera toda verdadera ciencia. El hombre que desconoce esa emoción, que es incapaz de maravillarse y sentir el encanto y el asombro, está prácticamente muerto. Saber que aquello que para nosotros es impenetrable realmente existe, que se manifiesta como la más alta sabiduría y la más radiante belleza, sobre la cual nuestras embotadas facultades sólo pueden comprender en sus formas más primitivas. Ese conocimiento, esa sensación, es la verdadera religión.

En cierta ocasión, en una reunión, se le preguntó a Einstein si creía o no en un Dios a lo que respondió: «Creo en el Dios de Spinoza, que es idéntico al orden matemático del Universo».

Una cita más larga de Einstein aparece en Science, Philosophy, and Religion, A Symposium (Simposio de ciencia, filosofía y religión), publicado por la Conferencia de Ciencia, Filosofía y Religión en su Relación con la Forma de Vida Democrática:

Cuanto más imbuido esté un hombre en la ordenada regularidad de los eventos, más firme será su convicción de que no hay lugar —del lado de esta ordenada regularidad— para una causa de naturaleza distinta. Para ese hombre, ni las reglas humanas ni las "reglas divinas" existirán como causas independientes de los eventos naturales. De seguro, la ciencia nunca podrá refutar la doctrina de un Dios que interfiere en eventos naturales, porque esa doctrina puede siempre refugiarse en que el conocimiento científico no puede posar el pie en ese tema. Pero estoy convencido de que tal comportamiento de parte de las personas religiosas no solamente es inadecuado sino también fatal. Una doctrina que se mantiene no en la luz clara sino en la oscuridad, que ya ha causado un daño incalculable al progreso humano, necesariamente perderá su efecto en la humanidad. En su lucha por el bien ético, las personas religiosas deberían renunciar a la doctrina de la existencia de Dios, esto es, renunciar a la fuente del miedo y la esperanza, que en el pasado puso un gran poder en manos de los sacerdotes. En su labor, deben apoyarse en aquellas fuerzas que son capaces de cultivar el bien, la verdad y la belleza en la misma humanidad. Esto es de seguro, una tarea más difícil pero incomparablemente más meritoria y admirable.

En una carta fechada en marzo de 1954, que fue incluida en el libro Albert Einstein: su lado humano (en inglés), editado por Helen Dukas y Banesh Hoffman y publicada por Princeton University Press, Einstein dice:

Por supuesto era una mentira lo que se ha leído acerca de mis convicciones religiosas; una mentira que es repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y no lo he negado nunca sino que lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que pueda ser llamado religioso es la ilimitada admiración por la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia puede revelarla.

Comportamiento ético

Einstein creía que la moralidad no era dictada por Dios, sino por la humanidad:[20]

No creo en la inmoralidad del individuo, y considero la ética una preocupación exclusivamente humana sobre la que no hay ninguna autoridad sobrehumana.

En la última etapa de su vida, Einstein mantuvo una dieta vegetariana.[21] [22] Según él, el vegetarianismo revestía una gran importancia para la humanidad, como puede apreciarse en algunas de sus citas sobre el tema:

Nada incrementaría tanto la posibilidad de supervivencia sobre la Tierra como el paso hacia una alimentación vegetariana. (...) Ya sólo con su influencia física sobre el temperamento humano, la forma de vida vegetariana podría influir muy positivamente sobre el destino de la humanidad.

El mejor libro para adelgazar "The Body Restoration Plan by Dr. Paula Baillie-Hamilton (expert in human metabolism)"

Las 12 comidas mas dañinas (las que dañan el cuerpo humano y hace que uno suba de peso por las calorías químicas)
Las comidas mas sucias llenas de químicos que te hacen daño al cuerpo y matan los "catecholamines" que son los que hacen quemar las grasas del cuerpo
1. Manteca
2. Salmón (cualquier tipo)
3. Espinaca, cualquier tipo
4. Frutillas (Fresas)
5. Queso Crema
6. Pasas de uva
7. Manzanas deliciosas (rojas) si no las pelas
8. Dill Cucumber Pickles (pepinos)
9. Zapallos de verano (amarillos y zuquinis)
10. Ajies verdes
11. Acelgas
12. Queso procesado

NIKON D90 !UNA GRAN CAMARA¡

Analisis

¿Relevo generacional de la Nikon D80 o la primera réflex digital capaz de grabar secuencias de vídeo? La D90 cumple ambos requisitos, aun cuando cada usuario decida posiblemente acercarse a ella por una u otra razón. Ahora bien, a la vista de sus limitaciones reales como videocámara, tal vez lo mejor sea mirar esta D90 desde una perspectiva intermedia, a caballo entre una completa renovación y la pionera de una nueva generación de cámaras réflex. Con una calidad de imagen a la altura de la que ofrece la D300, de la que hereda el sensor, sólo su cuerpo un tanto más débil, el sistema de enfoque de 11 puntos, la ráfaga algo más limitada y la ranura para tarjetas SD Card nos recuerdan que está un paso por debajo del llamado segmento semiprofesional.

El relevo de la D80, una de las réflex de gama media más populares del mercado a lo largo de sus dos años de vida, era el siguiente paso lógico dentro de la renovación generacional iniciada por Nikon con la D3. Un salto que, como era de esperar, va más allá de la denominación o los retoques de diseño y afecta a la cámara entera, empezando por su captor.

De nuevo, el CCD deja aquí paso a la tecnología CMOS, y más concretamente, a un sensor que tiene mucho que ver con el de la D300.

Hermana menor de esta cámara, muchas de sus prestaciones avanzadas se mantienen en la D90, que pasará además a la historia como la primera SLR digital capaz de grabar secuencias de vídeo. Una doble perspectiva -relevo de la D80 o auténtica primicia digital- que podría servir para ampliar el público potencialmente interesado por este modelo.

Tras pasar unas semanas con la cámara junto al nuevo objetivo Nikon 18-105 mm f3.5-5.6 DX G VR AF-S y el más veterano Nikkor 16-85 mm f3.5-5.6 AF-S DX VR II e incluso confrontarla con la teóricamente superior Canon EOS 50D, llega el momento de compilar todos estos resultados para situar la D90 en el lugar que le corresponde dentro del escaparate de gama media.

A medio camino

Aun con los ligeros cambios experimentados en el diseño de esta D90, el legado de la D80 es patente en sus formas generales y en la posición de los mandos.

Equilibrio vuelve a ser la palabra mágica para definir no sólo el diseño de la cámara, sino también su propuesta de prestaciones y precio, así como los malabarismos necesarios para marcar una frontera que justifique la diferencia de precio con la D300. Ni más ni menos que lo que ocurría con la D80 y la D200, pero puesto al día.

Bien construida y rematada, los cambios estéticos han permitido suavizar un poco las líneas de la D90 y eliminar algún que otro detalle tosco de su predecesora. El interruptor de la parte posterior para bloquear el dial trasero adquiere ahora la forma de fina palanca, a pesar de que a este dial no se le concede desgraciadamente ni más protagonismo ni espacio.

Aun cuando no falta nada de lo que se puede exigir a una cámara de este nivel (dos diales, pantalla superior, accesos directos...), si pensamos en la D300, la verdad es que el manejo de la nueva SLR se queda un paso por detrás, sobre todo en lo que respecta a la posición de los botones de acceso directo.

Los menús, es cierto, son muy sencillos y mantienen intacta la estética imprimida por Nikon a sus últimos modelos. Pero resulta complicado cambiar cualquier ajuste de los básicos (sensibilidad, balance de blancos, formato...) sin separar la cámara del ojo y dedicar unos segundos a alguna de las pantallas.

Más aún si tenemos en cuenta que el excelente visor réflex (muy luminoso y con un 96% de cobertura) sigue obviando datos tan elementales como los de la sensibilidad o el balance de blancos.

Interesante, eso sí, el botón de función personalizable, muy bien situado al alcance del dedo corazón mientras se empuña la cámara.

Live View de nueva generación

Lo que sí ha salido claramente ganando con la renovación ha sido la pantalla LCD. Tamaño y sobre todo resolución son las nuevas señas de identidad de un monitor de 3 pulgadas y 920.000 puntos, idéntico al empleado en modelos de gama muy superior, como la D700 o la D3.

Además de las evidentes ventajas a la hora de revisar las imágenes, máxime si ampliamos una zona concreta, la previsualización Live View ha ganado muchos enteros con la llegada de la D90 y su nueva pantalla.

La cámara no sólo cuenta con un mando propio para activar esta función, sino que además la convierte en pieza indispensable para la grabación de vídeos. También ha mejorado notablemente el sistema de enfoque por contraste, ya que en los primeros modelos de Nikon quedaba restringido a las tomas sobre trípode.

No alcanza, lógicamente, la destreza y velocidad del enfoque convencional, que se resuelve en este caso con un sistema automático de 11 puntos bastante decente. No obstante, se defiende con suficiente soltura en la mayoría de las situaciones, o al menos hasta que la falta de luz o contraste de la escena complican la tarea.

Con todo, también hay que reconocer que el funcionamiento de este mecanismo nos sigue pareciendo un poco más torpe que el demostrado por el de las últimas Canon, y sobre todo, un paso por detrás del de la Panasonic Lumix DMC-G1.

Y no sólo al hablar de enfoque, sino principalmente en lo que se refiere a la interfaz y las opciones de control. Y es que ajustes tan básicos como cambiar la sensibilidad de la toma no son operativos mientras estamos trabajando con la previsualización en pantalla.

Cuerpo y óptica todoterreno

Si al hablar de la Nikon D300 destacaba su papel como cámara todoterreno, capaz de responder correctamente a diversas aplicaciones fotográficas, con esta D90 ocurre otro tanto. Lógicamente, la reducción del presupuesto también implica que habrá que rebajar algo las expectativas profesionales.

Consciente de su polivalencia (la D90, como la D80, está a un paso de ser un cuerpo semiprofesional), Nikon ha lanzado junto a este modelo su nuevo zoom 18-105 mm f3.5-5.6 DX G VR AF-S.

Versión recortada y más asequible del conocido 18-200 mm f3.5-5.6 DX G VR AF-S, esta óptica cumple al pie de la letra el guión clásico de este tipo de zooms todoterreno: un rendimiento algo ajustado en los bordes de la imagen y con abertura máxima, pero una excelente relación entre la cobertura que ofrece y el precio.

Teniendo en cuenta que el cuerpo de la D90 acompañado de este zoom de 18-105 milímetros puede encontrarse ya por unos 1.000 euros, pocas objeciones cabría dedicar a esta óptica, que ofrece unas focales equivalentes a 27-157 milímetros y cuenta con un excelente estabilizador óptico. La mejora que éste proporciona es de entre 3 y 4 pasos de diafragma cuando disparamos a pulso.

12 silenciosos megapíxeles

Armada con un captor de tipo CMOS de 12 megapíxeles y tamaño APS-C (DX, según la nomenclatura de Nikon), el equilibrio entre una resolución moderada y un excepcional control del ruido vuelve a ser la pieza clave para colocar esta D90 en lo más alto de su clase.

Cierto que no luce los 15 megapíxeles de la EOS 50D de Canon o los 14 de la Pentax K20D. No obstante, ya pudimos comprobar al confrontarla con la EOS 50D que esa diferencia de resolución pasaba totalmente inadvertida en la mayoría de los casos.

Por otro lado, la densidad de fotodiodos del sensor le permite imponerse con cierta claridad a sus competidoras en las situaciones en las que hay que recurrir a las sensibilidades extremas. Igual que la D300, la D90 ofrece ajustes calibrados de 200 a 3200 ISO y sendos forzados a 100 y 6400 ISO.

No es sólo que el rendimiento de la cámara en cuanto a detalle y color es muy bueno, sino también que el control del ruido es prácticamente perfecto hasta superar la barrera de los 1600 ISO. Únicamente los dos ajustes más altos dejan claros rastros de ruido cromático, pero sin afectar seriamente al provecho de las imágenes en la mayoría de los casos.

El procesamiento de los JPEG resulta, por tanto, muy equilibrado para buscar un punto ajustado entre eliminación de ruido y mantenimiento de nitidez. Tal vez se agradecería un tanto más en algunas tomas, pero no es nada que no se pueda solventar fácilmente en el tratamiento posterior de la imagen o si trabajamos en RAW.

En este caso, además, podemos estirar algo el ya de por sí amplio rango dinámico que exhibe la D90, sobre todo a la hora de rescatar texturas en las luces más altas de la imagen.

En cualquiera de estos dos formatos o incluso combinando ambos, la cámara es capaz de mantener una interesante cadencia de disparo de 4,5 fotogramas por segundo. La duración de la ráfaga, lógicamente, varía notablemente según se trabaja en JPEG -más de un centenar de disparos consecutivos- o en RAW, en que queda limitada a poco más de una decena.

Sólo la reciente EOS 50D, con sus 6 fotogramas por segundo y su precio más elevado, hace sombra a la D90 en lo que a agilidad y velocidad de disparo se refiere.

El sistema de autofoco de 11 puntos también se sitúa entre los mejores de su clase, a la espera de comprobar el rendimiento de la jovencísima Olympus E-30, que luce esta misma estructura de enfoque.

La D90 está provista, como su hermana mayor, de un sistema de seguimiento automático para el que, con todo, estos 11 puntos se nos pueden quedar cortos al tratar escenas de mucha acción y movimiento.

Puestos a buscarle las cosquillas a esta nueva Nikon, el rendimiento del balance de blancos automático al afrontar ambientes de iluminación fluorescente es uno de los aspectos que no han sido bien rematados, si bien la cantidad de opciones y ajustes personalizables en este terreno acaban por darnos la tonalidad deseada.

Mejores noticias en cuanto al tungsteno, puesto que la D90 consigue en este caso unos resultados más que aceptables, y la excelente autonomía de la batería EN-EL3e. Atención, eso sí, para quienes vayan a abusar del vídeo, y consiguientemente, de la previsualización en pantalla.

Vídeo a 720p

Convertida en la prestación más revolucionaria del año, la grabación de vídeo en las cámaras SLR se estrena con esta D90. Rápidamente desbancada por la EOS 5D Mark II de Canon, lo cierto es que el rendimiento de la nueva réflex de Nikon en este sentido es bastante limitado.

La buena noticia es que el tamaño del sensor trae consigo ciertas ventajas evidentes para esta SLR en relación con una videocámara convencional. La disponibilidad de ópticas de gran calidad y focales angulares, los efectos de desenfoque y los excelentes resultados con poca luz son, sin duda, sus puntos fuertes.

También cabe destacar el aspecto cinematográfico que se consigue gracias a los 24 fotogramas por segundo que utiliza para la grabación.

Pero tampoco faltan problemas y serias limitaciones. De entrada, la ausencia de enfoque automático supone un serio revés a la hora de afrontar aquellas secuencias en que queramos cambiar no sólo la focal, sino también el punto de enfoque.

Hacerlo de forma manual con el anillo del zoom, además de resultar poco fluido, puede ser un problema si pretendemos aprovechar el sonido que capta el micrófono incorporado en la cámara.

La D90 graba vídeo HD con un tamaño de cuadro de 1280 x 720 píxeles y una cadencia de 24 fotogramas por segundo. Las secuencias se comprimen según el estándar MJPEG y se almacenan en el popular formato AVI, por lo que su compatibilidad con los principales reproductores no debería presentar inconveniente alguno.

Saltan a la vista, eso sí, los problemas de la cámara a la hora de procesar y comprimir estos archivos. También hemos detectado que, si durante la grabación no se pulsa el botón de bloqueo de la exposición, la cámara intenta ajustar continuamente estos valores, lo cual crea un efecto visual muy poco atractivo.

Tampoco hay que olvidar los secuelas que dejan los sensores CMOS en combinación con el obturador de tipo "rolling shutter" empleado. El tamaño del captor y las técnicas de lectura y escaneado utilizadas por este sistema ocasionan que en las tomas con desplazamiento de cámara las líneas rectas aparezcan totalmente inclinadas.

A pesar de todo y asumiendo que nadie optará por una D90 guiado exclusivamente por sus capacidades de grabación de vídeo, la verdad es que es una herramienta que, con sus limitaciones, puede llegar a ser útil en muchos ámbitos para el aficionado o incluso el profesional.

No sustituye a una cámara de vídeo, pero complementa las funciones de una réflex digital convencional o al menos da un primer paso en este sentido.

Un nuevo referente

Aunque el listón en la gama media de las SLR digitales está cada vez más alto, Nikon ha conseguido colar su nueva D90 como una de las opciones más razonables para quienes, con un presupuesto de entre 800 y 1.000 euros, quieren hacerse con una réflex -digamos- seria.

Sobre el papel, muestra una lista de prestaciones muy completa que sólo la estabilización integrada en los cuerpos de la Pentax K20D y la Olympus E-30 y el presumiblemente mejor sistema de limpieza de esta última podrían poner en apuros.

Cierto que, volviendo a la competencia, la construcción de la K20D sigue siendo superior y que los 14 megapíxeles de ésta o los 15 millones de puntos de la más cara y veloz Canon EOS 50D dejan pequeños los 12 del CMOS de esta D90.

Ahora bien, tal y como ya ocurría con la D300, el equilibrio vuelve a ser la clave de esta nueva réflex de Nikon. Por el camino se quedan algunas de las prestaciones más avanzadas de su hermana mayor, pero quien pueda renunciar al sistema de enfoque de 51 puntos y conformarse con 4,5 fotogramas por segundo encontrará todo -o casi todo- lo necesario en esta D90.

La grabación de vídeo es sólo la guinda para un pastel que, sin adornos, ya cuenta con ingredientes suficientes para ser el cuerpo de referencia en esta gama.

Veredictos

A favor:

  • Excelente calidad de imagen y control del ruido con sensibilidades altas.
  • Visor grande (96% de cobertura) y uno de los más luminosos de su clase.
  • Gran tamaño, y sobre todo resolución, de la pantalla LCD.
  • Grabación de vídeo en alta definición. Es, de hecho, la primera réflex que incorpora esta prestación.
  • Buen rendimiento del sistema de enfoque automático de 11 puntos.
  • La batería ha demostrado una de las mejores autonomías de su clase.
  • La cadencia de disparo de 4,5 fotogramas por segundo en JPEG y RAW la sitúan como una de las cámaras más veloces de su clase.
En contra:
  • La grabación de vídeo es un interesante paso adelante, pero su funcionalidad es muy escasa.
  • La previsualización Live View restringe mucho el uso de algunas funciones y ajustes.
  • Algunos detalles de la ergonomía y la posición de los mandos son mejorables.
  • Se echa de menos información en el visor sobre el balance de blancos y la sensibilidad.
  • Pobre rendimiento del balance de blancos con luz fluorescente.
  • El software incluido (Nikon View NX) es algo limitado, por lo que hacerse con Capture NX2 es casi imprescindible para obtener el máximo rendimiento de los RAW.
Opiniones Nikon D90

http://www.quesabesde.com/camaras-digitales/camaras/nikon-d90-opiniones,3982.html